Centenares de personas protestaban este sábado en Londres por el alto coste de la vida en el Reino Unido, uno de los países que vive una escalada de precios sin precedentes, y una inflación galopante que está en máximos de las últimas cuatro décadas.
Protesta que han secundado con una huelga los trabajadores de los ferrocarriles, que han dejado a la práctica totalidad de los trenes en las estaciones.
Los manifestantes, convocados por las centrales sindicales y las principales organizaciones no gubernamentales, denunciaban la política económica del Gobierno conservador que tiene en la primera ministra Liz Truss a su cabeza más visible.
No lleva ni cuatro semanas en el cargo y más de la mitad de los británicos cree que debería dimitir, según un reciente sondeo de opinión. Todo por su "minipresupuesto" con una reducción generalizada de impuestos que beneficiaría a las rentas más altas, que provocó incertidumbre en los mercados, y llevó al Banco de Inglaterra a intervenir para evitar el naufragio de la libra esterlina.
De momento, Liz Truss no dará marcha atrás aunque reconce, en declaraciones publicadas por el rotativo The Sun, que su plan fiscal provocó "alteraciones" en la economía.
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